Entrevista a Ama Sánchez y Rafa Marcos 'El Palomar', artistas ganadoras de la BIAM 2024.

"Es necesario que el debate sobre las disidencias sexuales también entre en los museos y centros de arte"

La obra Museo de las locas, un mural que funciona como reivindicación de la memoria trans y queer, ha ganado la 18ª edición de la Bienal de Arte Ciudad de Amposta (BIAM).

A pesar de ser figuras pioneras de la disidencia y el empoderamiento de género, es poco común escuchar hablar de Catalina/Catalino Erauso, Aérea Negrot, Gladys Bentley, Marsha P. Johnson, Pedro Lemebel o Giuseppe Campuzano. Sus vidas han sido marginadas por la tradición patriarcal y, precisamente por eso, sus historias forman parte de la obra Museo de las locas, un mural que reivindica la memoria trans y queer [personas que rechazan las clasificaciones hegemónicas del sistema binario hombre/mujer], a través de una instalación pictórica en serigrafía. Este trabajo ha sido el ganador de la 18ª edición de la Bienal de Arte Ciudad de Amposta (BIAM).

La pieza fue elegida por el jurado por “la alta calidad de una obra que presenta figuras clave de la cultura queer, con una resolución técnica minimalista y, a la vez, impactante, llena de color y estética pop; un mural a modo de museo y archivo que no solo pone de manifiesto el papel fundamental de las pioneras en la deconstrucción de las identidades de género, sino que también es relevante en su enunciación más allá de las narrativas queer”. La obra está firmada por El Palomar, un colectivo que reúne el trabajo de Ama Sánchez (Campillos, Málaga, 1980) y Rafa Marcos (Tarragona, 1988), dos artistas de trayectoria internacional, polifacéticas, que trabajan en una amplia variedad de disciplinas, entre ellas el vídeo, la performance, la música, la obra gráfica y pictórica, y los proyectos curatoriales, con los que generan discursos críticos sobre la política y la poética de la disidencia sexual.

Dentro de la diversidad de la comunidad LGTBIQ+ todavía hay disidencias de primera y segunda categoría.
Ama: Las personas trans y queer somos sujetos aún menospreciados, incluso dentro del colectivo. Por eso creímos necesario utilizar el arte para trabajar con personas trans y no binarias, para fortalecer la comunidad, apoyarnos mutuamente, y encontrar espacios donde podamos reconocernos. Veníamos de un contexto en el que el sistema nos había vetado, sistemáticamente, el acceso a una vida digna.

¿Qué es exactamente el colectivo El Palomar?
Ama: Nacimos hace algo más de diez años en un contexto en el que los temas de género estaban muy invisibilizados, tanto en la sociedad en general como en la esfera artística. Era necesario que el debate sobre las disidencias sexuales también entrara en los museos y centros de arte.
Rafa: Tanto Ama como yo teníamos la necesidad de compartir nuestras inquietudes, y por eso transformamos un pequeño piso del barrio de Poble Sec en Barcelona con El Palomar. Con los años, el proyecto ha ido mutando, pero mantiene la intención de abrir procesos colaborativos con la comunidad queer, generar discurso y crear una producción que trata de reconstruir la memoria. Actualmente aspiramos a que se valore nuestra obra tanto por su aporte al empoderamiento queer como por su complejidad, que implica más temas, formas y lenguajes.

Entre los artistas predomina la individualidad. ¿Qué les ha aportado el trabajo en comunidad?
Rafa: A menudo, las dinámicas, las becas, las producciones, e incluso las galerías están pensadas para proyectos individuales. Pero nosotros quisimos construir un proyecto que abrazara identidades, visiones y sexualidades muy diversas fuera de la norma.
Ama: El espacio de El Palomar duró seis o siete años, con una programación continua y autogestionada, con un esfuerzo por compartir procesos, investigaciones y ofrecer residencias temporales. Queríamos aprovechar la fuerza creciente de la comunidad para trasladarla al arte.

Pintura, vídeo, performances, música… vuestros proyectos también son muy transdisciplinarios.
Ama: Trabajamos con esta idea queer de no encasillar las producciones.
Rafa: Nos hemos rodeado de personas muy diversas, con visiones y bagajes artísticos distintos. Abrirnos a este nivel de diálogo y complejidad nos ha ayudado a experimentar con nuevos lenguajes.

La obra ganadora de la Bienal de Arte Ciudad de Amposta es un mural con una clara intención reivindicativa. ¿Qué quieren cambiar?
Ama: Con El Palomar logramos abrir una grieta, crear un pequeño espacio de debate no binario hasta entonces casi inexistente. Con los años hemos conocido personas que, gracias a nuestro proyecto, encontraron su camino vital. Y es en estas historias donde se nota el impacto transformador de El Palomar.
Rafa: Las redes sociales han sido clave para la transformación de la comunidad trans y no binaria, porque nos han permitido establecer conexiones inimaginables. En mi generación, la normalidad pasaba por estar en el armario y, si te reunías, tenía que ser en espacios de excepción. Hoy en día, las sexualidades disidentes están más visibilizadas, pero todavía nos faltan espacios físicos comunes que podamos considerar nuestros.
Ama: Los museos y el arte pueden ser esos puntos de encuentro, incluso en ciudades alejadas de las grandes áreas metropolitanas, como Amposta. Actualmente, la comunidad queer está reclamando su espacio fuera de las grandes ciudades. Y nos gustaría que la obra que se expone en Lo Pati formara parte de todo ese proceso.

Una trayectoria internacional
El colectivo El Palomar participó en la Bienal de Berlín (2020) con la obra Schreber is a Woman, que también pudo verse en la exposición del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona Apuntes para un incendio de los ojos, en el Leslie-Lohman Museum de Nueva York, un museo clave en el panorama artístico queer, y actualmente en la exposición Scientia sexualis del ICA en Los Ángeles. Han presentado proyectos en el Espai 13 de la Fundación Joan Miró de Barcelona (2016) y en La Capella (Barcelona, 2016), y han compartido proyectos en centros como Haus der Kulturen der Welt (Berlín, 2017) y CentroCentro (Madrid, 2017). En 2020 ganaron el Premio El Ojo Crítico de Artes Plásticas.

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Hasta el 2 de febrero en Lo Pati
La Bienal de Arte Ciudad de Amposta (BIAM), que se podrá visitar hasta el 2 de febrero de 2025, es un premio de ámbito estatal que se convoca cada dos años. El certamen se ha consolidado como un termómetro de la actividad artística en relación con la creación contemporánea. Desde 1989 y con diecisiete ediciones a sus espaldas, ha evolucionado como un potente escaparate de la creación emergente del país.

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La obra Museo de las locas ha sido seleccionada entre doce proyectos finalistas que pueden verse en la exposición de Lo Pati. El jurado encargado de valorar las piezas estuvo formado por Elvira Dyangani Ose, comisaria y directora del MACBA; Peio Aguirre, crítico de arte y comisario independiente; Chus Martínez, comisaria y directora del Instituto de Género, Arte y Naturaleza de la Academia de Arte y Diseño FHNW de Basilea, y Aida Boix, directora del Centro de Arte Lo Pati, que actuó como secretaria con voz pero sin voto.