Alba Matilla: el Delta del Ebro en la nube
Residencias creativas Eufònic / Lo Pati 2024
Alba Matilla (Avilés, 1998) entiende el arte desde la pintura, aunque ahora también lo está explorando desde el diseño 3D. Después de años alejada de su Asturias natal para especializarse en pintura en la Academia de Bellas Artes en Cracovia, cursó el grado de Bellas Artes en Vigo y estudió un Máster en Investigación y Creación en Arte en la Universidad del País Vasco en Bilbao. Recientemente volvió a casa para dar vida al proyecto artístico Santuario, una obra interactiva que rinde homenaje a lugares con memoria industrial a través de la exploración de los paisajes modelados por naves y fábricas. De esta manera, capturó la esencia de lugares que cambian a pasos acelerados y los trasladó a un mundo virtual que se podía recorrer como si fuera el mapa de un videojuego.
Este julio, Matilla ha trasladado esta experiencia al Delta del Ebro, con una estancia en la residencia de artistas Baladre que gestiona Lo Pati. La artista asturiana ha reubicado su proyecto Santuario en el entorno paisajístico de la desembocadura del Ebro con un recorrido virtual creado a partir de fotogrametrías, una técnica que permite obtener imágenes y objetos del mundo real mediante la creación de modelos 3D. "Con un escáner incorporado a mi tablet he podido digitalizar objetos, superficies y paisajes vinculados a la actividad humana que se articula alrededor del cultivo del arroz. He buscado edificios, casas de campo, barracas y tractores abandonados, entre otros", explica.
Así, a través del registro 3D, los rincones del Delta han quedado congelados en la nube para que podamos transitar en la instalación artística que se presentará el próximo 11 de julio en la Antiga Farmàcia Ferré de Amposta en el marco del festival Eufònic, en un formato de videojuego atravesado por la sensibilidad pictórica adaptada a los nuevos medios digitales. "Con la virtualización de los espacios he querido preservar este tipo de lugares que por su propia condición están en transformación continua. Congelar espacios, aunque sea digitalmente, que están cambiando a una velocidad vertiginosa me parece poético. La pieza está pensada para que el espectador deambule por este mundo virtual. La idea es que se pierda, que camine, que preste atención a los detalles", señala Matilla.
La instalación irá acompañada de dos pinturas que servirán para complementar el recorrido: "La técnica de la pintura tradicional me aporta una subjetividad que muchas veces los medios digitales, ya sea el vídeo o el 3D, no son capaces de plasmar tan bien. En la pintura hay una seña de identidad que es imposible de negar y, en cambio, en las fotogrametrías, por ejemplo, también las sientes como algo subjetivo porque no es la misma fotogrametría que pueda hacer una persona que otra, pero es diferente".