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“Objectes deconstruïts” de Manel Margalef
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“Objectes deconstruïts” de Manel Margalef

Los objetos industriales usados por Manel Margalef son sacados de su contexto doméstico, el cual se circunscribe al ámbito familiar y privado del artista, el de los sentimientos.

del 15 de junio al 15 de julio de 2007

Museu Comarcal del Montsià. Amposta


Presentación

El objeto deconstruido

El recurso a la utilización de fórmulas metafóricas no es algo exclusivo de la literatura, sino al contrario su uso va más allá y se hace extensible a otros campos del lenguaje. Así, los lenguajes plásticos han hecho de la metáfora, siguiendo su etimología, el vínculo para la traslación de ideas o conceptos a la hora de ser representados visualmente en el conjunto de sus discursos estéticos. En este sentido, y toma la metáfora como paradigma de la importancia que las figuras retóricas tienen en los procesos de comunicación, en tanto que confieren a la denotación un significado que paradójicamente puede ser tanto literal como figurado, su atractivo es evidente.

Las acumulaciones metafóricas y lo que de paradójico éstas tienen, nos sitúa en un terreno donde se pone de relieve la importancia que para la interpretación de los textos artísticos supone el poder ser entendidos como fenómenos de significación y no sólo de comunicación. Lo que concitaba las críticas de Duchamp cuando aseveraba que el arte había sido hasta entonces excesivamente retiniano y que era necesario ejercitar los resortes que condujeran a esferas mentales donde ir más allá de la mera apariencia.

Más recientemente estos planteamientos se han revelado como uno de los caballos de batalla del pensamiento contemporáneo, donde destacan las aportaciones del denostado filósofo Jacques Derrida, quien con su teoría de la deconstrucción se erige en uno de los más relevantes pensadores del siglo XX, qué método ha tenido una gran repercusión e influencia. Influencia en la que el arte no ha sido ajeno, sino más bien todo lo contrario.

Prueba de ello es el propio título de la exposición, que encabeza nuestro texto. En él se alude por un lado a los objetos y por el otro al proceso al que éstos están sometidos por el artista. Unos objetos, de procedencia industrial y extraídos de la realidad doméstica, que se convierten en presentación de la realidad objetual en oposición a la más tradicional representación ilusoria de la realidad objetiva, lo que desencadena un proceso de nuevos significados, a partir de su aparente trivialidad, que abre la vía a diferentes posibilidades imaginativas y asociativas. Con ello se reconoce la realidad sociológica de los objetos y se recuperan significados antropológicos.

Por lo que respecta al proceso aplicado a estos objetos, se nos dice que han sido deconstruidos. Afirmación que hace referencia a la transformación a la que las sillas y sillones, todos ellos objetos del mobiliario doméstico, han sido sometidos. Como el prefijo indica, han sido de-construidos, se ha invertido el significado de la palabra construir. Del objeto montado ha pasado a su desmontaje, así de la silla o el sillón como objeto-soporte para el asiento o descanso del cuerpo sólo tenemos las piezas que lo integraban. Se ha privado al objeto de su función y se ha reducido a signo icónico, al mismo tiempo que se ha rescatado de la seriedad en que éste estaba inmerso por su condición industrial vinculada al ámbito del mobiliario. Convertido en signo se niega su referente, poniendo en evidencia la existencia de oposiciones dualistas tal como podemos constatar y que se concretan, entre otras, en las de significado / significante y realidad / apariencia.

Esta forma de proceder nos remite al concepto de ready-made, el más importante hallazgo lingüístico del ya mencionado Duchamp, entendido como extensión del principio cubista del collage que con tan buenos resultados también utilizarían surrealistas y dadaístas. Del mismo modo, los objetos industriales usados ​​por Manel Margalef son sacados de su contexto doméstico, el cual se circunscribe al ámbito familiar y privado del artista, el de los sentimientos. Estos objetos poseen una carga semántica que le viene dada por el contexto donde están ubicados, que, por añadido de pertenecer a la esfera de lo íntimo, está impregnada de una considerable dosis de historia autobiográfica, que en tanto que objetos simbólicos los acompaña en el nuevo contexto donde son reubicados. Este nuevo contexto incide una vez más en el antes señalado sobre oposiciones dualistas, detectándose una negación / afirmación del símbolo. Estamos ante unas obras que actúan como paradoja, ya que a pesar de oponerse a la representación, aluden a ella.

Lo que es tridimensional, calidad del objeto en su integración en el espacio, pasa a ser bidimensional, al integrarse en el plano de representación del cuadro. Es el objeto descompuesto en cada una de las piezas que lo conforman, una desmaterialización del objeto, mediante su deconstrucción literal, que le lleva a la recreación de una imagen que tiene mucho de pictórica y que recuerda la llamada pintura informal, lo que no deja de tener algo de irónico. También, como no, a las propuestas del neoplasticismo, cuando un Rietvelt se transforma en un Mondrian pero en dos dimensiones.

Estas piezas, que configuran la piel o el aspecto exterior del objeto, nos retrotraen a la fase primigenia en las que, recortes, partiendo de los correspondientes patrones de tapizado mullido, esperan su acoplamiento sobre el esqueleto, metálico o de madera, que es la estructura que sustentándolo lo convierte en tridimensional. Aquí son acopladas a la superficie bidimensional del cuadro, muchas veces formando estratos, utilizando para ello el recurso del collage, procedimiento para el que no se recurre al encolado tradicional, sino que se recurre al mismo procedimiento técnico de cosido con grapas que se emplea en la confección del mueble. Una labor, la de coser, que posee unas connotaciones de recogimiento y concentración, qué simbología alude a la condición femenina. Siendo el tema de hilanderas y tejedoras una constante para explicar la apertura y el cierre de los ciclos humanos y de la naturaleza.

Precisamente las piezas que ahora se exponen representan una inflexión en la trayectoria artística de Manel Margalef. Una trayectoria que le ha llevado desde planteamientos pictóricos a planteamientos interdisciplinarios con el objeto de protagonista. Sin olvidar la que hasta el momento ha sido su última etapa, en que la fotografía ha sido el apoyo vehicular de sus trabajos.

Asistimos pues a un cambio de ciclo que viene marcado por un nuevo posicionamiento presidido por un replanteamiento de lo realizado hasta ahora, donde lo más evidente es el abandono de la fotografía. Hecho que tal vez obedezca a una muy meditada estrategia en el intento de recuperar las riendas durante todo el proceso creativo, qué fase final quedaba fuera de su control, al necesitar, necesariamente, del concurso del fotógrafo debido a la especificidad técnica demandada por el medio .

Sin embargo, los trabajos actuales no suponen una ruptura brusca con los anteriores, sino que más bien son la consecuencia lógica de la necesaria evolución de su discurso artístico, que se muestra dentro de unos parámetros de gran coherencia que nos recuerdan que estamos ante una obra que, reflejando el estado de serena madurez alcanzada, lo coloca en un lugar destacado del actual panorama plástico.

No quisiera terminar sin hacer una reflexión sobre la importancia que esta exposición tiene, tanto en lo que se refiere a lo artístico como a lo personal, nada extraño por otra parte si consideramos que el arte objetual busca accionar los mecanismos que funden el arte con la vida.

La exposición tiene lugar en su ciudad natal, donde están sus raíces y desde donde un día emprendió viaje. Muchas cosas han sucedido mientras tanto y eso es una muestra de hasta dónde ha llegado como artista. Se ha tratado de un bonito viaje, y no olvidemos lo que metafóricamente esto significa, pues no hay verdadero viaje si éste no es interior, si no nos transforma. Presiento que esta exposición es como una catarsis necesaria de la que saldrá doblemente fortalecido. No puedo por más que, por último, evocar unos versos de Cavafis:

Cuando salgas de ida hacia Ítaca,

ruega que sea largo el camino,

lleno de aventuras, lleno de conocimiento.

(...)

Ítaca te regaló un hermoso viaje.

Sin ella no saldrías de camino.

Pero no tiene más que darte.

(...)

Y a pesar de que pobre la encuentres, Ítaca no te ha engañado.

Así sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia,

ya habrás entendido qué significan las Ítacas.

 

José Carlos Suárez, 15 de mayo de 2007

 

 

Nota informativa

EXPOSICIÓN "L'objecte deconstruït" (El Objeto deconstruido) de Manel Margalef

Del 15 de junio al 15 de julio de 2007

Museo Comarcal del Montsià

Nacido en Amposta, Manel Margalef es artista y profesor en la Escuela de Arte de la Diputación de Tarragona, licenciado en Bellas Artes e Historia del Arte por la Universidad de Barcelona. Ha recibido entre otros: el premio de Pintura Bienal de Arte Ciudad de Amposta, 1991; el XXVIII Premio Julio Antonio de Escultura. Bienal de Arte de la Diputación de Tarragona, 1996; el Premio IV Bienal de Artes Plásticas Rafael Botí, 2003, etc. Entre sus exposiciones individuales destacan: Tarragona, Reus, Girona, Barcelona, ​​Madrid, etc.

La exposición "El objeto deconstruido" quiere ser un trabajo de conclusiones, una exposición que nos dé la posibilidad de poder cerrar una etapa expositiva fundamentada con el concepto de vivienda y con la instalación como soporte para poder presentar, con formato bidimensional, un nuevo trabajo que comenzó de forma paralela y que ha ido tomando forma con estos dos años. Tras las exposiciones "Arquitecturas domésticas", "En venta" y otras celebradas a partir de 2004, la presente muestra se convierte en una exposición de síntesis.

Los objetos, una vez expuestos, fotografiados, recompuestos ... han sido deconstruidos, recuperando su esquema original, su estructura, para poder poner en marcha un nuevo proceso que le da la posibilidad de intervenir como artista, con su historia. Los objetos recuperan así un nuevo orden que se utiliza como traductor para explicar la relación y la experiencia vivida, ofreciendo la obra la valoración concluyente de un discurso que registra cuestiones de orden, de habitabilidad, de arquitectura, de confort ... y de vida.

Como dice Juan Carlos Suarez de la Universidad Rovira i Virgili: "Del objeto montado ha pasado a su desmontaje, así de la silla o el sillón como objeto-soporte para el asiento o descanso del cuerpo sólo tenemos las piezas que lo integraban. Se ha privado al objeto de su función y se la ha reducido a signo icónico, al mismo tiempo que se le ha rescatado de la seriedad en que éste estaba inmerso por su condición industrial vinculada al ámbito del mobiliario. Convertido en signo se niega su referente, poniendo en evidencia la existencia de oposiciones dualistas tal como podemos constatar y que se concretan, entre

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